
Nacida en París en 1974, Emma recuerda que, siendo una niña, era demasiado tímida "incluso para hacer un ruidito, así que no digamos ya para cantar", y que su familia no era especialmente musical. Pero sus pasiones musicales salieron a la luz a los once años cuando oyó a la Reina de la Noche de La flauta mágica de Mozart. Fue un momento de trascendencia, aunque para su divertida vergüenza, Emma admite que esta intoducción al mundo de la ópera y el bel canto llegó a través de un anuncio de televisión. No obstante, así se forjó una relación amorosa de por vida: "Corrí a mi habitación e intenté cantar la melodía inmediatamente. Entonces fue cuando me enamoré por primera vez de cantar", dice. "En ese momento supe que era así como quería...